¿Qué es Artist Trainer® (Entrenamiento total)?

Artist Trainer® (Entrenamiento total) es un método de entrenamiento físico y mental creado por JOSÉ GRAU REYES.

Artist Trainer® (Entrenamiento total) es Coach aplicado al rendimiento mixto mental y físico.  Y formación en las técnicas más eficaces de intervención psicofísica.

Publicaciones de José Grau Reyes

Alma colibrí

Alma colibrí

La increíble historia de Alma Sánchez nieta inicia en la pradera ancha de la finca de Ernesto Celso Martínez padre, el treinta y uno de octubre de mil novecientos sesenta y cinco.

leer más

Formación en Psicopercepción

Curso de psicopercepción.j.grau-psicopercepción

(Registro propiedad intelectual josé grau reyes. M-000835/2017)

Información general

Facilitador

Los cursos serán impartidos por José Grau.

Dirigidos a
  • Alumnos que quieran iniciarse o actualizar información sobre  psicopercepción y desarrollo personal.
  • Se recomienda a profesionales sanitarios y docentes.

Se solicita curiculum académico y profesional.

Grupo

Mínimo uno y máximo ocho.

Inscripción

Curso personalizado. Contactar.

Duración

Primera fase cuatro tutorías on line. Segunda fase  30 horas presenciales. Tercera fase ( voluntaria) ocho sesiones de dos horas.

Material didáctico

El material didáctico  se entregará al alumnado en el el momento de la inscripción.

No está permitido realizar grabaciones audio o video en las prácticas, ni en las sesiones teóricas.

Lugar y horario

De impartición de los cursos podrá ser variable en función de las características del grupo y el lugar de impartició.

Aviso importante

Los cursos de j.grau-psicopercepción aportan al alumno una información específica dentro del ámbito del desarrollo personal, pero no capacitan para ejercer psicoterapia. Los requisitos para actuar de psicoterapeuta quedan determinados por los diferentes colegios sanitarios.

VIAJES

TANZANIA

GRUPO ARTIST TRAINER

SEMANA SANTA 2021

Autor: Joaquín Grau

«Después dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra propia semejanza. Domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre las fieras campestres y sobre los reptiles de la tierra.»

Y el génesis bíblico no es muy distinto al génesis de otras grandes religiones. O sea, que el hombre no sólo es el pináculo de la Creación, hecho a imagen y semejanza de Dios, sino que también tiene poder sobre todo lo creado.

Si el mosquito del vinagre, por citar a un animal poco apreciado y de corta vida, posee su propia biblia -cosa que dudo porque su orgullo no alcanza a tanto- se auto-otorgará también el calificativo de rey de la Creación.
¿Por qué?
Pura lógica de mosquito. Si cuanto existe tan sólo puede percibir aquello que está por debajo de su complejidad vital, es indudable que se supondrá el más alto peldaño de la Creación. ¡Después de mí, Dios!
Y el hombre, que gusta de utilizar la lógica del mosquito, opina lo mismo. Pero basta con realizar una simple extrapolación de jerarquías para darnos cuenta de que al igual que hay otras formas de vida con complejidad superior a la del mosquito del vinagre, de la misma manera lo lógico es pensar que la cadena de complejidades sigue por encima de la humana y asciende hasta múltiples estructuras de vida que nos trascienden y de las que nada podemos saber, salvo deducirlas o intuirlas.

De la misma forma, una simple extrapolación nos dirá que si toda forma de vida se alimenta, en general, de aquellas que la preceden en complejidad, también las que están por encima de nosotros es lógico pensar que nos utilicen en sus tres comidas diarias. Y deberíamos estarles agradecidos, porque sólo siendo comidos alcanzamos un mayor peldaño en la escala de complejidades vitales que, quizás, es tanto como alcanzar un mayor grado evolutivo. Porque yo no me hago bacalao al comérmelo al pil pil. Es el bacalao el que, metabolizado por mí, pasa a ser protoplasma humano. Por eso el máximo cielo es fundirnos con Dios, dejar que nos coma, que nos triture y degluta para pasar a ser Él.

Y que nadie me diga que nuestra Era de la Razón ha desechado ya las explicaciones bíblicas, porque no es un problema de religiosidad, sino de orgullo. La prueba es que Descartes, la gran linterna de nuestro racional siglo de las luces, ha llenado cinco páginas de su Discurso del Método con múltiples argumentos que intentan convencernos de que el instinto (el animal) es de naturaleza distinta a la razón (el hombre). Ya se sabe, la obsesión cartesiana por convencernos de que somos sólo cabeza.

Los chinos, antes de Mao, cuando les iluminaba Confucio, no Deng Xiaoping, entendían que «la Vida -que es la inteligencia- duerme en la piedra, sueña en la planta, despierta en el animal y sabe que está despierta en el hombre». O sea, que todo se reducía a una gradual apertura de conciencia, basada esta apertura en una, cada vez, mayor frecuencia de ritmos cerebrales.

No olvidemos que la vida se va estructurando en una constante escalada de agregaciones. La vida va ganando complejidad, pero ni siquiera podemos decir que evoluciona. Simplemente, como una cebolla, va añadiendo capas, sólo que en nuestro caso, aparte la más compleja estructura de las capas orgánicas añadidas, esas capas son la constante adquisición de nuevas bandas de conciencia. No hay minerales, plantas, animales y hombres; hay capas de cebolla que se van agregando, que se van ensanchando, expandiendo, dando al núcleo, a la conciencia, que es lo que nos unifica, nuevos ángulos de visión.
Lo malo es que hemos sacralizado el último ángulo de visión adquirido. El ritmo de lo que llamamos vigilia. Y consideramos que no hay otro. Los demás son -así se les califica- estados alterados, patológicos o poco menos. Algo parecido a que nos surgiera un aparato de rayos X en los ojos y nos empeñáramos en que la realidad sólo es -sólo puede ser- huesos. Y desecháramos las otras perspectivas ópticas que nos muestran otras formas de realidad.

Naturalmente, en el caso de este último ejemplo habría unos estúpidos seres, llamados animales, que no ven la auténtica realidad formada por magníficos esqueletos. Y al otro lado y por encima de esos estúpidos animales -en buena ilusión dicotómica cortical-, estaríamos nosotros, los hechos a imagen y semejanza de Dios, los que, como Él, sabríamos que la realidad son huesos. Algo así como empezar diciendo «pienso, luego existo» y, cada día más envanecidos con nuestro hemisferio cerebral izquierdo deductivo, acabar diciendo: «sueño, luego estoy despierto». Serían -son- los sueños de la razón, los que dieron -siguen dando- vida al monstruo de Frankenstein.

La verdad es que los hechos tan sólo nos dicen que tenemos ritmos beta más maduros que los mamíferos superiores. Sólo eso y nada más que eso. O, si se prefiere, que Dios nos ha hecho a imagen y semejanza de los animales.
Veámoslo.

Autor: Joaquín Grau

Una vez más voy a referirme a los aucas, esa etnia amazónica cuya cultura pertenece al paleolítico. He escrito pertenece cuando debería decir pertenecía puesto que nuestra cultura llamada civilizada ha acabado casi totalmente con ellos. Para más datos en torno a sus costumbres y a las experiencias que viví en el tiempo que conviví con ellos véase mi libro Mi vida con los Aucas.

La comunicación auca-selva es de un perfecto equilibrio ecológico. Hasta el punto de que los aucas nunca cazan una pieza, una sola pieza más de las que necesitan para alimentarse unos días. Entienden que la selva les da los animales que necesitan. Pero ni uno más. Y si cazan por encima de sus necesidades creen que están matando animales que la selva no les ha dado, que no estaban destinados a ellos. Si eso ocurre, los aucas saben que la selva les castigará. Y, en efecto, así es, porque el castigo, el terrible castigo, sería la rápida extinción de la caza.

La selva tiene sus normas y las dicta. Y los aucas saben que esas normas son justas y sabias. Por eso no se han hecho agricultores. Inconscientemente comprenden que su supervivencia sólo puede asegurarla una comunicación plenamente ecológica. Nosotros, en cambio, que nos hemos empeñado en que el medio se ajuste a nosotros, estamos implantando la agricultura en la selva. Quemamos grandes espacios, preparamos la tierra y sembramos. Dos años después esa zona de roza ha pasado a ser yermo estéril totalmente irrecuperable. Y ha provocado, además, el alejamiento o la extinción de la caza.

Gracias a su sentido ecológico, los aucas han podido sobrevivir en el sentido más jubiloso de esa palabra. Porque la selva -esa madre pródiga y complaciente- ha hecho libres a los aucas. Hasta el punto de que no están sometidos a nadie. Ni siquiera a ellos mismos. Como he escrito ya, los aucas -también las mujeres aucas- trabajan cuando quieren, como quieren, cuanto tiempo quieren…, si quieren. Y parece que no quieren, porque su sociedad es la sociedad del ocio que nosotros soñamos. Los aucas, por no haberse impuesto a la selva, por no haber cortado el cordón umbilical que les une a ella, por escuchar la información que de ella les llega y por haber establecido una comunicación armónica, saludable, con el medio, hoy pueden gozar del privilegio de sentir la plenitud del hombre lúdico.

Artículo sobre “Alma Colibrí” publicado en la revista digital de la Aepperinatal

La increíble historia de Alma Sánchez nieta inicia en la pradera ancha de la finca de Ernesto Celso Martínez padre, el treinta y uno de octubre de mil novecientos sesenta y cinco. Avanza la tarde, regresa Alma Sánchez hija a su cabaña tras la jornada en el maizal cuando salió al paso Ernesto Celso hijo. Alma hija era una jornalera adolescente de cuerpo terminado y ojos color melocotón y Ernesto Celso hijo era el heredero de una de las mayores fortunas de Centroamérica. Ella subió al caballo porque Celso prometió llevarla a casa y le dio miedo negarse. Él cabalgó hasta el río y abuso de ella dos veces en la curva de abajo.

Pasados tres meses Alma hija cayó de tripas y el pueblo empezó a comentar. Celso hijo andaba en posibles nupcias con una acaudalada joven de la capital y temiendo un escándalo que pudiera airear su pasado carcelario encargó a la bruja Esmeralda machacar siete sesos de colibrí en perejil fresco y camuflarlos entre las papas y las tripas de cerdo del rancho de mediodía de la futura madre durante siete días. Actuaba la pócima lentamente. Primero venían las pesadillas, después las alucinaciones y un deterioro progresivo de la personalidad que degeneraba en demencias concluyentes. Tres meses de incubación hasta el ingreso psiquiátrico era el pronóstico habitual y la locura, entendida como esquizopatía delirante, el resultado final.

Los delirios aparecieron al quinto mes; demasiado tarde para Ernesto Celso hijo y demasiado pronto para Alma Sánchez nieta, que permanecía encogida en el vientre materno, atormentada por los pensamientos venenosos de la madre, amén de la vergüenza para siempre perdida. El hinchazón al sexto mes era incuestionable y el pueblo cotilleaba bien y largo sobre Alma hija y sus devaneos con Ernesto Celso hijo. Fue entonces cuando Alma Sánchez madre habló el asunto con Alma Sánchez hija en la cabaña familiar, frente a las brasas donde hervían las panochas. Esa noche se acostaron en la misma cama y no hubo lágrimas. Al día siguiente Alma Sánchez madre se despistó del grupo en el maizal y en la pradera de Aguas se acercó lentita para no despertar sospechas y, en el cuerpo a cuerpo, sacar un puñal de quince pulgadas con el que dobló por seis veces los riñones de Ernesto Celso hijo. Mayo, 2016 Página 6 de 14

– Don Ernesto. Venía suavita a decirle que está usted jodido y que más le vale encomendarse a Dios antes de soplar el suelo. Que no se pincha a una niña por más hijo de puta y cacique que usted sea. Después guardó el cuchillo en la bolsa del uniforme y se dirigió a casa de la bruja Esmeralda, donde utilizó una cuerda de paja para estrangularla, sin dejar un solo instante de mirarla a los ojos; reteniendo el aliento final de la malera y atrapándola así para las sucesivas vidas. – No es cuándo mueres sino cómo mueres- dijo Alma Sánchez madre mientras apretaba el nudo cervical. – Mira ahora, si puedes, en el cajón negro por si tienes una pócima para cuando te enfrentes al diablo. Él, sin embargo, no murió en el acto, pero sí joven y soltero, tras cuatro años de impotencia sexual y trece cirugías mayores, incluidos dos trasplantes renales que no encontraron donante y que Ernesto Celso padre tuvo que comprar en la selva a los mercenarios que explotan las minorías indígenas. Con Alma madre en la cárcel y Alma hija intoxicada la vida de Alma nieta peligraba seriamente. Fue en el séptimo mes de preñez cuando Alma Sánchez hija perdió el control del sueño y decidió ir al río, parir y ahorcarse, pensando que así ahorraba el sacrificio de una vida sin realidades a su hija. Encontraron los guardias los cuerpos por la mañana y por la tarde el párroco Don Julián los enterró juntos, sin lápida ni plática. “Alma Sánchez hija. Alma Sánchez nieta, no nacida. Descansen en paz”, se leía en el cartón de difuntos. Por primera vez en treinta años desde la muerte del médico Rogelio, el pueblo entero acudió en pleno a un funeral. Todos sabían que Alma madre no andaba en navajazos por un “sí o no” y celebraban la muerte de Esmeralda, pero guardaron silencio sobre el asunto del hijo del amo por miedo a las represalias. No obstante algunos amigos de la escuela, enamorados de la sana belleza de Alma hija, hicieron guardia hasta el amanecer en el cementerio y en algún momento oyeron un gimoteo en la fosa. Pensaron que las ratas habían entrado en el sepulcro pero al acercarse y cavar distinguieron con claridad el llanto de un bebé. Don Julián alivió el sudario, apartó los gusanos que empezaban a explorar los tejidos internos de la criatura y comprobó alucinado que Alma nieta respiraba….

Aquí no acaba la historia. Si queréis sabes más sobre la vida de Alma nieta podéis leer el cuento entero en el libro: Alma Colibrí. Cuatro cuentos y un poema. Autor: José Grau Reyes Ediciones Andante, 2015. Los cuatro cuentos que componen “Alma colibrí” están inspirados en hechos verídicos, posiblemente reales. José Grau Reyes también está inspirado en posibles hechos reales, vividos desde diferentes estados de conciencia.

Miguel Gámez Duarte, Profesor especialista en técnicas de entrenamiento físico y mental, con motivo de la publicación de su última novela, entrevista a José Grau Reyes para Andante.

M -Entonces José, vuelves a publicar…una novela. Dado que tratas el tema de las demencias seniles y en concreto el Alzheimer, no parece más lógico un Tratado o un Manual…

J – Inicié un tratado, pero el texto se autodefinió solo. Y mucho mejor. La novela facilita la interiorización de los contenidos. En su lectura encontrarás mucha información sobre los procesos de demencia episódica y genética, las fantasías eternas, los mecanismos de identificación parental… pero, sobre todo, quería contarlo desde la perspectiva del Cuidador. Fue una investigación muy dura, muy exigente…yo ejercía de Tutor mientras escribía…Por el día cuidaba, por la noche escribía…. Se convirtió en novela…no pude, ni quise evitarlo. Quería que el mensaje llegará a cualquiera, al margen de su formación.

M- Si te digo la verdad me he reído mucho… y también he llorado. No es una forma normal de tratar un tema tan delicado.

J- Un día sin risa es un día perdido, Miguel. Amalia lo explica en la novela. Pero para poder reír de verdad hay que consciente de nuestras limitaciones. Supongo que Amalia quería dar un mensaje de esperanza, de ilusión…Por otra parte, no lo puedo evitar, es mi carácter… Hay que ser positivos. Yo sólo muevo los dedos en el ordenador.

M- Me ha sorprendido mucho que la protagonista, Amalia, tuviera capacidades extrasensoriales. Y, sobre todo, que a medida que perdía los recuerdos, mejorará en sus percepciones….

J- Bueno…es una novela. Y, afortunadamente, este tipo de narrativa lo admite todo. Pero sí, lo reconozco: Amalia ve la energía, está entrenada en técnicas de percepción sutiles. Y cuando su biografía, su razón, se diluye…misteriosamente adquiere nuevas capacidades. ¿Tú qué opinas?

M- Sí, seguro. Si dejamos la mente a un lado un ratito, despertaremos a otras percepciones. Como Profesor de Meditación no puedo tener dudas. Quizá, en nuestro desesperado intento por ser los reyes del sapiens, sacrificamos capacidades espirituales….

J- Para Einstein…la energía más fuerte es el amor. Seguramente el amor sin recuerdos, sin muros….

M- Amalia se enamora. Es un amor increíble. Diferente…

J- No lo cuentes Miguel…Es un amor sin recuerdos…ya está…. aunque sí te digo que la historia de amor que justifica esta novela es lo menos ficticio de todo lo que cuento….

M- ¿El amor siempre es real?

J- Es lo único real. Es el motor del universo. Es lo único que nuestra experimentada mente racional no puede explicar…. o, al menos, no del todo.

M- La figura del Cuidador, muy importante en esta historia, es otra clave hacia el amor….

J- El Cuidador cuida por amor si es un “Fijo” y cuida por interés o ego si es un “Espabilado”. Hay cuidadores y cuidadores, igual que hay cangrejos y cangrejos.

M- Me reí mucho con el catálogo que hace Laura de los cuidadores…y también con la mascota de Amalia, ese cangrejo gigante del Pacífico que anda hacia atrás y es neuróticamente compatible con el sapiens moderno. Volvemos al humor…pero en momentos la tragedia nos sorprende con fuerza…

J- ¡Es una tragedia perder la Memoria! Es terrible lo que arrastra la demencia. Se lo come todo. Sólo unos pocos cuidadores, familiares, amigos…pueden sublimar una situación tan extrema, convirtiéndola en un ejercicio de aprendizaje.

M- Y de amor.

J- Claro. De amor verdadero.

M- Cambiando de tema. ¿Por qué ese aire de novela negra? Me ha sorprendido mucho que Amalia se convierta en detective.

J- Amalia no lo puede evitar. Se anticipa a los acontecimientos, puede ver la energía y es un espíritu libre. Lo que sabe, lo cuenta. Sin recuerdos, perdió el miedo.

M- Una Vejez sin Miedo, como la de Amalia, es muy interesante.

J- Muchas veces, vencido el miedo, nos instalamos en un proceso de claridad que nos asusta aún más que el propio miedo. La claridad nos obliga a dar pasos al frente.

M- ¡Y eso da mucho miedo!

J- Es más fácil seguir la rutina, vivir acorazados, aceptar las instrucciones…y llegar a la Vejez atrapados en una vida irreal, definida por lo inmediato e, incluso, por la materia acumulada. Una vida espuria, sin contenido.

M- ¿Por la materia?

J- Por la materia como compensación a la incertidumbre y la baja estima. En realidad, un ejercicio de falso Poder. Y te digo, Miguel, que pagamos un precio muy alto por nuestras dependencias. El precio del apego, especialmente del apego a las cosas materiales, conlleva una vejez triste y un tránsito muy complicado.

M- Tengo la sensación de que nos salimos del tema. Y también de que lo que cuentas conecta con “Alma colibrí”, otra vez analizando nuestra misión en la vida… si es que existe.

J- ¿Y de qué otra cosa puede escribir un escritor?

M- No me gustaría cerrar esta breve  charla sin tratar algunos temas, para mí cruciales. El primero es la relación de Amalia con su nieta Wamena. ¿es fundamental?

J- Imprescindible. Una historia de amor sin fronteras dentro de otra. Wamena y Amalia conectan en el mismo metro de camino. Wamena con once años y Amalia con ochenta y cuatro son contemporáneas. Ambas, aun, no están mediatizadas por los recuerdos. Los recuerdos como interpretación y justificación de la realidad, evidentemente …

M- ¿Y Leo?

J- Leo está muy lejos de las interpretaciones. Vive el momento. Igual que Ernesto.

M- Y otra cosa. Continuamente haces guiños al fenómeno del nacimiento paradójico, la muerte emocional, las habilidades que despierta…. Ya lo analizabas en “Alma Colibrí” y en “Enemigo Muerto”. Amalia, Consuelo, Tomás…parecen tocados por una varita mágica.

J- Imposible renunciar al aprendizaje y las experiencias que me conectan con ciertos fenómenos de ámbito psicológico inexplorados y fascinantes. Concretamente en las investigaciones sobre perdidas de conexión con el soporte físico o emocional y sus consecuencias … Pero, sobre todo, me parece un recurso literario extraordinario… y un homenaje a Felipe Corporales.

M- Por último…. ¿Qué estás preparando?

J-  Pues mira Miguel……poesía…mucha poesía… Lo necesito y de paso un Manual casero de fenomenología perceptiva…

M- Pues hablando de poesía, te he traído unas setas de Cuenca y unas alcachofas de Ciudad real.

J- ¿Arroz y campo? A Amalia le gustaba mucho.

M- Pues lo degustaremos pensando en ella.